martes, 9 de agosto de 2011

EL AYUNO

El ayuno es una práctica común a todas las religiones y junto con la oración y la caridad al prójimo son formas de adorar a Dios. 

El ayuno ha sido en todas las eras y todas las naciones una práctica muy usada en tiempos de aflicción, luto y pesar; se constituye además para el mejoramiento de la condición moral y espiritual del ser humano. Su objeto además, es aprender a evitar el mal, por lo que el ayuno no significa solamente el abstenerse de comida y bebida a determinadas horas, total o parcialmente de acuerdo al rito religioso correspondiente, si no, abstenerse permanentemente de todo tipo de mal... De esa forma, la abstención de la comida o bebida, es sólo el primer paso para lograr que los creyentes se den cuenta, de que si se puede abstenerse de lo que en circunstancias normales es lícito; con mayor razón, se debe abstenerse de todo aquello que siempre es ilícito... De esa forma, el ayuno es un medio práctico que lleva a la perfección del alma.
Fuera de ello, con el ayuno nos habituamos a sufrir penurias físicas y sentir en carne propia, los sentimientos de hambre de nuestros hermanos desposeídos; fortificando nuestra caridad.
Todas las religiones lo prescriben y muchos creyentes lo practican. Veamos únicamente las religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e Islam.
La práctica del ayuno cristiano, cuyo sentido ascético también está presente en la Iglesia primitiva, ha tenido dimensiones mucho más profundas y complejas en el pasado.
Actualmente su práctica ha sido atenuada o incluso hasta dispensada, especialmente en Occidente.
Las raíces de esta práctica tal y como la conocemos hoy en día, en especial del ayuno previo a la Pascua, se remonta al siglo III. Pero no fue hasta el siglo siguiente cuando este ayuno se prolongaría aún más, tomando para ello como modelo el relato de Jesucristo en el desierto donde, según la tradición recogida por Mateo en el Evangelio, ayunó cuarenta días y cuarenta noches. Un número de días, el de cuarenta, de donde provienen el nombre de Cuaresma, que ya había sido consagrado por Moisés, cuando según la Biblia subió al monte Sinaí y se quedó allí por idéntico período sin comer ni beber.
La elección del miércoles de ceniza como inicio de la Cuaresma y del tiempo penitencial, fue debido a que este período no podía iniciarse en domingo, -día de alegría- según la tradición cristiana, en el que –debe recordarse la resurrección de Cristo-.
Al principio, el ayuno cuaresmal llevaba consigo la abstinencia de ciertos alimentos, sobre todo la carne (exceptuando pescado y mariscos). Posteriormente la abstinencia sustituyó al ayuno y se redujo a los miércoles y viernes de cuaresma. Y después sólo a los viernes. Algunos sólo hacen abstinencia el viernes Santo y otros, no hacen ni abstinencia ni ayuno en ningún día del año: Comodidad absoluta.
De esa forma, el ayuno cuaresmal primitivo ha sido mejor conservado por las iglesias cristianas orientales; dado que en occidente, paulatinamente se han ido disminuyendo las restricciones y sucediendo privilegios, mitigaciones y dispensas para permitir mayor facilidad en el culto religioso… Eso puede ser placentero; pero disminuye la mística religiosa y se pierde identidad…
A pesar que el cuarto Mandamiento de la Iglesia Católica manifiesta:
“Guardar ayuno y abstinencia cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”; esto casi ha sido dispensado totalmente. De esa forma el ayuno fue sustituido por otras formas de penitencia, como pueden ser las “obras de caridad y prácticas de piedad”, que no todos hacen.
De esa forma, se adaptó su realización atendiendo a las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles cristianos.
Así, el Código de Derecho Canónico, que es de obligación a quienes practican la religión católica y promulgado por Juan Pablo II en enero de 1983, fija los días y tiempos penitenciales con énfasis en los viernes de cuaresma e instituye la obligación para todos los fieles de hacer penitencia, cada uno a su modo.
Incluso se ha llegado a afirmar que el ayuno es algo voluntario y que puede ser sólo recomendable y tan sólo en algunas ocasiones.
…En cuanto al judaísmo son 5 días al año, los que destacan en cuanto al ayuno: el 3 de Tishri; el 10 de Tevet; el 17 de Tamuz; el día del perdón: Yom Kipur y el ayuno del 9 de Av. Estos 2 últimos, son días de ayuno completo y el ayuno de Yom Kipur, el más importante.
El ayuno también es una característica propia del Islam y determina la abstinencia completa, no sólo de alimentos y bebidas, sino también de relaciones sexuales y de tabaco desde antes del amanecer hasta el anochecer, durante todo el mes de Ramadán, esto es, prácticamente 30 días seguidos.
La obligación del ayuno incumbe a todo musulmán (hombre o mujer) que se encuentre en un buen estado físico y mental, haya llegado a la pubertad (se considera a los 14 años) y tenga capacidad de discernimiento.
Las personas enfermas, débiles o muy mayores, mujeres embarazadas, en periodo de menstruación o parto o durante la lactancia materna, no están obligadas, si bien la ley islámica prevé en determinados supuestos la figura de la compensación, que consiste en ofrecer una comida al día a un musulmán necesitado o su valor, o bien aplazar el ayuno para más adelante.
Ramadán es el noveno mes del calendario lunar musulmán. Los meses comienzan cuando es visible el primer cuarto creciente después de la luna nueva. El año en el calendario lunar es 11 ó 12 días más corto que en el calendario solar, por lo que las fechas del calendario musulmán se desplazan permanentes sobre todo el año del calendario gregoriano, de uso general.

Amén.

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